miércoles, 29 de octubre de 2008

Esta mañana

La calle parece tan apetecible esta mañana que no dudarías en tumbarte sobre la acera y enroscarte con las hojas secas que cubren el suelo. Ya has pasado por ella más de una veintena de veces pero hoy parece distinta. Quizá esa impresión se deba a la neblina que la tiñe de blanco; quizá a que tienes demasiado sueño pegado a los ojos o a que, por primera vez, no luchas con el reloj para no perder el autobús que cada quince minutos te lleva de paseo hasta las aulas. Quizá es todo en general y no solo el hecho de que hace demasiado frío para sacar las manos del bolsillo. El estar aquí, sin nadie, con ellos, sin ti, solo contigo misma, o con ella, porque ahora ya piensas que eres distinta a como te marchaste. Y, sin ser consciente de ello, no puedes comparar esa sensación de tranquilidad con ningún otro momento. Una calle larga y llena de hojas delante de ti, una canción que acabará acompañándote hasta el anochecer y una mañana que, ni tú sabes porqué, te ha calado hasta los huesos. Al cabo de tres horas, cuando vuelvas, él aún seguirá remoloneando en tu cama, esperando a que llegues y le despiertes con un beso (sí, la mejor manera de librarse del frío...) Quizá esa sea la razón de que hoy la calle parezca más bonita de lo normal.