sábado, 7 de marzo de 2009

Tal vez hayan sido unas docientas palabras las que, tras estar escritas en medio de la pagina, se han ido borrando al apretar el boton. No se ni que contarte. No me apetece contarte nada. No me apetece verte hoy, ni dormir contigo, ni decirte cosas dulces ni saladas. No me entran las ganas de sentir que hoy ha sucedido algo especial. Y esas doscientas palabras equivalen a los cuatro besos delictivos que se nos han escapado, que te he hecho perder. Un viernes como otro cualquiera.

lunes, 2 de marzo de 2009

Quiza sea una tonteria, porque estoy segura de que el asfalto de las carreteras no tiene personalidad, no te habla ni sonrie, no llora contigo las noches en las que vuelves a casa pensando que sigues en punto muerto, no te lleva a ningun lado en especial, a menos que sepas el camino correcto, no te da consejos y te obliga a frenar en ese portal para que no se te escape el beso mas dulce de tu vida... Simplemente esta ahi, dispuesto a que te deslices sobre el, sin mezclarse con tus pensamientos para que creas que tras decenas de pasos seguiras indiferente a las curvas y lineas que forma. Sin embargo, cuando no caminas por ese asfalto, cuando es otro material el que se presta a que tus pies le utilicen, te das cuenta de que cada carretera te provoca ciertos suspiros y lamentos. No suelo pensar en los edificios, ni en las tiendas, tampoco en los restaurantes, las salas de musica, los trenes o los parques, pero ayer al escuchar la cancion (si, esa cancion) no pude evitar acordarme de aquella noche y de la semana que siguio a ese palacio inestable de emociones incontroladas que sin avisar se entremezclaron con la rutina menos apetecible. Y entonces me di cuenta de todos los paseos que le debo, todas las pisadas perezosas y sonambulas o las huellas ligeras y cantarinas que le he dejado casi como cicatrices. Cada estrofa me trasladaba a una calle de Madrid, a un asfalto, a una sensacion concreta y palpable, extrana, con mariposas, caricias y cosquillas nerviosas en el estomago, con una delicadeza tan exagerdada que en el estribillo la piel decidio perderse y dejar que fuera su voz la que me cubriera... Aun no he encontrado ningun asfalto, ninguna cancion, ninguna piel que consiga conmoverme de esa forma. Aun no he podido deshacerme de esa debilidad que es escucharla y derretirme en el tiempo...