viernes, 11 de enero de 2008

Hoy me hablas de París

Hoy me hablas de París
y un muro transparente separa el llanto y la sonrisa.
Ahí, en la falsa indiferencia,
tu Francia bohemia se acerca a mi oído.
Me describes el paisaje
y te imagino caminando por aquel cielo.

Hoy me hablas de París
y en la lejanía que no logra difuminar el olvido
maquillo mis palabras para que suenen a tu gusto,
contándote la alegría inventada por mi boca,
aislando la monotonía de la pureza,
sin querer mostrarte que aquí nada ocurre y todo cambia.

Me encuentro a mí misma parada en ese momento,
inmóvil, sin poder reaccionar,
anidando en el recuerdo.
Ése es el refugio de los sueños finitos,
aquellos que mueren siendo amantes de lo utópico,
creyendo en la cercanía de lo inalcanzable.

Un momento de quietud absoluta,
de armonía envidiable.
Reviven los deseos de confesarte
que todavía quiero cogerte de la mano.
Espero tu rostro.
Tu esencia vive aún en mis labios.

Pero sigues en París,
resumiendo una ciudad en segundos,
hablándome de estatuas moribundas
que relatan la historia tantas veces narrada.
Sufrimiento y victorias encerradas en hierro,
tatuajes verdosos de la huella del hombre.

Pienso en todo lo que quiero decirte,
lo que nunca te diré,
lo que la melancolía se guarda para sí,
la conversación que brota del silencio…
Lo siento, a veces solamente quiero ser yo
y lo único que consigo es ser otra persona.

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