sábado, 5 de julio de 2008

Una noche cualquiera, a las 23.39

- Siento el retraso. Hemos tenido problemas con la iluminación.
- Ah, vale. No se preocupe. En estas salas pequeñas siempre hay imprevistos.
- Sí, comienzo a darme cuenta... Tome asiento, serán sólo unos minutos. Yo tengo que hacer una llamada breve y enseguida comenzamos.

Me quito la chaqueta y me siento. Mis manos vuelven a retorcer nerviosas el programa, que ya tiene que soportar bastantes arrugas. Intento no mirar el móvil, no asegurarme de que está encendido, con batería suficiente, con cobertura, con todo lo necesario para que su llamada me llegue a tiempo. Lo saco del bolsillo por enésima vez y veo que no hay ningún mensaje. Lo vuelvo a guardar. ¿Qué estará haciendo? ¿Me recordará?
Se apagan las luces. Una extraña música india comienza a sonar. Saco el bloc de notas para apuntar datos que incluiré en la crítica de la obra.

Mi móvil vibra.

4 comentarios:

Iraultza dijo...

Sólo llegan los mensajes, las llamadas....que merecen la pena, las que se esperan ansiosas, esas no llegan nunca. Y lo mejor es que pasado el tiempo, uno se alegra de que no llegasen, mira tú qué contradicción verdad? Pues hale, lo mismo el contradictorio soy yo. Besos vibrantes.

Anónimo dijo...

La conferencia cada vez me interesa menos ("La vuelta al orden de las vanguardias europeas tras la Primera Guerra Mundial" ¡En qué estaría pensando!?), así que vuelvo a sacar el móvil del bolsillo por ¿...sexta vez?

Abro la sección de "Borradores" y le echo un nuevo vistazo a lo que llevo escrito: "Si aun pueds y tiens ganas,tal vez podriamos kdar n l sitio del otro dia a ls 23:00,ok?:)".

Patético, y suplicante, así que patético al cuadrado. Me muerdo la lengua y con las misma borro el mensaje.

La conferencia acaba, por fin, son casi las 12, la noche de los museos, puff. Me dirijo a la parada del buho. No hay nadie, ¡genial! debe haber pasado uno ahora mismo. Cuando estoy a punto de irme hacia el metro, pasa una pareja delante de mí. Van tan abrazados que se tropiezan al andar, pero ríen tanto entre beso y beso.

Sin tiempo a dejarme pensar saco el móvil del bolsillo y mientras llamo sólo puedo pensar en una cosa: ¿Me recordará?

No he podido evitar inmiscuirme en tu relato, cosas de la hora.
A huge hug!

Giraluna dijo...

Es verdad, los mensajes que se esperan hasta las tantas de la madrugada no llegan, pero sí lo hacen los más inesperados, detallistas y tiernos. Quizá el truco esté en no esperar nada, para que cuando llegue esa llamada te sorprenda.
Besos vibrantes (en silencio, para no molestar, como en el cine ;)

Giraluna dijo...

Cuántos mensajes habré eliminado yo de la carpeta de borradores...(otros al final acabé mandándolos, y mira tú que casi nunca me arrepentí de ello).

Gracias por inmiscuirte así de bien; muy bonito... Ya sabes, tú coge la cámara que yo te grabo y luego metiendo una voz en off reflexiva por ahí nos queda 'superguay' :)

Ah, los mejores mensajes, los que te despiertan a las 3 de la mañana recordando aniversarios cinematográficos.

Un abrazo :)