viernes, 22 de febrero de 2008

Una instántanea del viaje

No era como me esperaba, no tan bonita como las postales muestran, ni tan cosmopolita o moderna como prometía. Tampoco te encuentras con la belleza a cada paso, ni en cada esquina, pero si buscas bien vas encontrando rincones que te seducen poco a poco, y cuando ya cruzas esa calle por cuarta vez (porque la ciudad no es tan grande como parece y pasas por los mismos lugares varias veces al día) entonces ya sabes que girando a la derecha os toparéis con la estatua de bronce al final del callejón pero si decidís tirar por la izquierda llegaréis a la calle de los restaurantes caros, con los puestos de marisco a la entrada y los camareros estirados dispuestos a todo para que cenes en su local. Las luces de neón de esa calle no me gustaron al principio, pero al volver a media noche del pub -sí, ése que tiene el Record Guiness en variedad de cervezas- los carteles iluminaban de otra forma ese mismo camino -ahora sin gente, sin manteles- con piezas de hielo por el suelo, devolviéndonos el eco de la canción de turno… Hacía tiempo que no montaba en tranvía y que no me colaba en el metro de forma tan descarada, que no reía tanto con esas bromas que van surgiendo en cada vistazo al mapa y que ya son un comodín para arrancar una risa en cualquier momento del día, aunque estés medio dormido en un tren extraño, compartiendo auriculares y música, o tiritando de frío pese a que el gorro y la bufanda sólo dejan asomar tus ojos… Y a veces ocurre esto, que un viaje que prometía lo justo te regala mucho más de lo esperado y se convierte en unos días mágicos, en los te da pereza pensar en la vuelta y simplemente te dejas llevar por la calles, haciéndolas tuyas aunque aún sepas que no te pertenecen, y no sólo ocurre por el decorado de fondo (por los canales y los monumentos) sino por los que posan contigo para la cámara, sonriendo por cualquier chorrada, con muecas raras, dándote un abrazo porque sí, porque estamos lejos de casa y estamos juntos, o porque las conversaciones agradables a media luz y a media copa se suceden y eso me hace creer que algún día volveremos a esa ciudad y le haremos otra foto al atardecer…

6 comentarios:

Iraultza dijo...

Qué delicia son esos viajes que prometen no demasiado y otorgan cantidades gigantes de placer, complicidades, recuerdos o ganas de más. Bienvenida entonces.

Sweet carolain dijo...

Me gusta tu relato te espero en mi espacio saludos

Anónimo dijo...

Got your postcard; de hecho la tengo delante ahora mismo. Me encanta la foto, ya veo a la pareja enmarcada entre los arcos de hierro, así que me parece perfecta la localización en Bruselas, paga producción, ¿no?

No hace falta que te diga cuánta ilusión me ha hecho, bueno de aquí a........................................................................................................
aquí.
Por lo menos.

Giraluna dijo...

Iraultza, una delicia, eso es :) Ahora ya sólo tengo que revisar las fotos y recrear las voces de fondo para que esas ganas de volver no se apaguen poco a poco.

Giraluna dijo...

Sweet Carolaina, gracias por pasarte. Te visitaré

Giraluna dijo...

Alberto, me alegro de que llegara la postal. Un sitio bonito, sí, pero tengo un par más apuntados, como el puente sobre un canal de Brujas,con un sauce llorón al fondo y una niebla tan espesa como romántica. Por supuesto que paga producción. Yo ya estoy gestionando la sillita con nuestros nombres :) -es lo mínimo-

Un abrazo!