sábado, 22 de noviembre de 2008

Pétalos imapres

Miró la pequeña pantalla justo cuando cambiaba de número: 62. La mañana se hacía demasiado larga los viernes, como si alguien trucara el reloj para que el fin de semana fuera una recompensa que se acercaba a cámara lenta.
- ¿Me das una docena de rosas?
La pregunta la sacó de sus pensamientos y la devolvió al lugar que pisaban sus pies, rodeados de tallos rotos y espinas cortadas.
- ¿De qué color?
- Rojas
Aún le costaba comprender que existieran floristerías a modo de centro comercial, en las que la gente se agolpaba frente al mostrador y sólo se podía organizar a la clientela por número, como si los pétalos pudieran venderse por gramos… Envolvió las flores con el papel acartonado con rapidez, sin mirarlas, porque sus manos podían reproducir ese gesto sin pensarlo.
Otro número más. 63.
- ¿Tenéis margaritas amarillas?
Quizá lo que hoy le creaba esa antipatía hacia todo lo rutinario era saberse atrapada en un nuevo tropezón y no tener ni idea de cómo iba a levantarse. Demasiadas dudas para aclararlas entre el mostrador y la trastienda.
Cambio en la pantalla. 64.
- Estaba buscando una planta de interior, pero que no sea demasiado grande…
Seguía guardando dentro aquello de lo que había intentado desprenderse a lo largo de los últimos cuatro septiembres. Dejó de buscar precios en el catálogo y respiró profundamente. Los olores de las plantas la tranquilizaron y sus manos se relajaron al acariciar el jarrón con agua fría que contenía un par de hortensias violetas.
65.
- ¿Por qué no me dejas que te quiera?

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