jueves, 1 de mayo de 2008

...me sentaré cerca de ti, pero no demasiado, para no dar a entender lo que quiero que entiendas; a una distancia a la que pueda oírte sin tener que pedir que repitas tu última frase en mi oído. Comenzaremos a hablar de cualquier cosa, da igual, y al cabo de unos minutos de conversación, sacarás un tema algo más personal, o esta vez seré yo quien lo haga. Una pregunta acerca de tu sonrisa distraída de esta mañana, o de lo callado que estabas ayer. Puedes contestar algo abstracto, para que yo tenga que repreguntar con un gesto pícaro, porque ya me conozco la táctica de hacernos los misteriosos. Poco a poco, de lo abstracto a lo concreto, nos vamos soltando, mientras la gente que pasa alrededor no se da cuenta de lo que nos espera. Me lanzas una pregunta y te devuelvo una semi-respuesta, un “puede”, varios “quizá”, y así continúa la noche, entrecortada, con lentitud, cariñosa, pero sin que el atrevimiento pueda con nosotros y nos obligue a sentarnos uno enfrente del otro, con dos copas en medio, poniendo pronombres a los “alguien” y números con decimales a los “cuánto”. Porque dejar interrogaciones por el camino ayuda a que quiera, cada vez más, seguir tus pasos para descubrir a dónde me podrían llevar. Supongo que esa manera extraña de hablarnos, de forma indirecta, a veces tan espontáneamente forzada, es la que hace de esto algo diferente, algo que inevitablemente genera expectativas de más, de confianza pero también de recelo, de ese ‘quizás’ tan imposible que viene y va, según la noche…

Tú mirando hacia un lado de la habitación y yo observando el contrario, una situación que no nos impide no perdernos de vista, con los otros sentidos, porque tu brazo ya lleva un tiempo posado sobre el mío, haciendo siluetas sobre él para complementar las explicaciones habladas, como si las táctiles contaran menos. Pero siempre nos quedamos a medias a la hora de romper la barrera de lo objetivo. Por eso pido un segundo intento con otra de esas charlas interrumpidas, inacabadas, que dejan la miel en los labios para que la próxima vez seas tú quien pregunte y yo quien medio responda un “casi seguro, pero…”, dejando entreabierta una puerta a una de tus contestaciones más precisas, para seguir sentados un rato más, mirando a lados opuestos y rozando nuestras voces. Y no hablo de ir más allá, de cruzar portales o descolocar sábanas, no, esta vez solamente se trata de escuchar y hablar, de contar y guardar, y luego volver a esconder y volver a mostrar.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

"Y no hablo de ir más allá, de cruzar portales o descolocar sábanas, no, esta vez solamente se trata de escuchar y hablar, de contar y guardar, y luego volver a esconder y volver a mostrar."

Really pretty! Me encanta ese último páfarro.

Y cuántas veces sabemos lo que queremos pero no lo decimos y deseamos que ese ratito se convierta en un rarito 5 minutos más largo, para seguir jugando con el brazo posado sobre el brazo del otro.

Aisss! Qué melancólico, si me oyera Sardiña, la que se armaba.

Anónimo dijo...

Entiendo que entiendes que en donde pone "rarito" debería decir, también, "ratito".
(De verdad que no lo hago para dejarte más mensajes, pero deberías habilitar una fe de erratas para torpes con insomnio)

A HUG

Giraluna dijo...

Pensaré en si sería bueno tirarme el farol de ser algo valiente y dejar el brazo sobre el otro un ratito (rarito) más largo; esconder menos, al fin y al cabo.

Ay, Alberto, qué horas... :)
(aunque yo tampoco puedo decir mucho de eso)

Muak!

Giraluna dijo...

Ah, estudiaré la posibilidad de la sección "fe de erratas para torpes con insomnio". Es cuestión de negociar con los de blogspot... Un par de llamaditas, y listo

Iraultza dijo...

"Ese quizás tan imposible que viene y va según la noche..." me quedo con esta frase(por quedarme con una, la verdad, porque hay mil preciosas). Porque me ha recordado a una frase perfecta de Sabina que sin saber del todo porqué, llevo masticando muchos meses, y me viene a la cabeza cada cierto tiempo, aunque aparentemente no haya una palanca concreta que la haga aparecer en mi cabeza. La frase es esa de "mañana te llamaré, hoy se me hizo tarde, de esta forma tan cobarde, de no decirnos que no".
Ah, y toda la escena, todita, se me ha representado en la cabeza de manera precisa, como una escena de una película...mérito tuyo, claro. Besos de escena.

Giraluna dijo...

Mérito tuyo también por dejar que la escena llegue a tu cabeza.

Y siete minutos después, quedan devueltos los besos de escena :)

PS: Hoy sí que estamos acompasados, sí...

Iraultza dijo...

Pues habrá que bailar no? ;-) Porque hoy seguro que no nos pisamos.