lunes, 26 de noviembre de 2007

"La excusa más cobarde es culpar al destino"

Eso me dijiste antes de poner tus manos sobre mi cintura y acabar de convencerme para pensar que sólo tú y yo estábamos en la ciudad, aunque en la entrada del parque un mendigo nos miraba con ternura, pensando "aquí están otra vez los empalagosos kamikazes enamorados", y la mujer en la parada del autobús se acordaba de su primer novio y se preguntaba dónde estaría ahora aquel chico pelirrojo que le dio un beso a traición en el patio del recreo. También nos vio el taxista que esperaba a un nuevo viajero escuchando la radio, añorando una compañía más carnal que simples ondas invisibles. Y el semáforo de la esquina fue nuestro más fiel testigo, porque aguardó con nosotros hasta el final de la noche, tornándose rojo y verde según tus manos subían o bajaban por mi espalda o si se colaban dentro de mi camiseta. Yo ya había olvidado al destino, pero por última vez utilicé el frío como excusa para comenzar a andar y acabar enorascada en las sábanas de tu cama.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Tecleaba una y otra, y una vez más, en la calculadora, los diminutos números de aquellas facturas casi borradas, con esas cantidades astronómicas que su jefe se había gastado: "Masaje relajante: 250$, Cóctel balinés de la casa: 70$, Kikiowa: 500$".
Aquél último pago se repetía mucho y aunque él se había imaginado qué podría ser se abstendría de preguntárselo a su jefe.
Las diez y media y aquellas puñeteras cifras seguían sin querer coincidir: 12.523$ le dieron la primera vez y a partir de ahí no sé volvió a repetir ni una sola vez. Y qué le importaba a él el balance de cuentas cuando el balance de su propia vida ni siquiera cuadraba. Total, le daba lo mismo quedarse en la oficina que volver a casa.
Así que se echó hacia atrás en la silla y miró por el gran ventanal,preguntándose una vez más que pasaría si lanzara una silla contra el cristal; vio reflejada su cara, su pelo pelirrojo despeinado y sin saber porqué se acordó del primer beso que dio a aquella chica morena a traición en el patio del colegio. Sonrió, miró hacia abajo y en la parada de autobús creyó reconocer a la mujer que estaba esperando,mientras dos enamorados se adentraban en el parque ante la atenta mirada de un mendigo.

Giraluna dijo...

"...cuando el balance de su propia vida ni siquiera cuadraba." Tal vez la vida sería demasiado fácil si todo encajara y y el total se repitiera una y otra vez, ¿no crees?
Me ha gustado mucho la historia del chico pelirrojo.Al final todos estamos más cerca de lo que pensamos.
Gracias por pasarte y escribir. Un abrazo.

Iraultza dijo...

Por cierto, por si te resulta más cómodo teorizar sin emborronarte el blog, te dejo mi mail (lo dejo en un post atrasado para no "molestar" a los que entren a leer, que bastante te lo he "enguarrado" con tanto texto. iraultzamg@hotmail.com.