Resulta raro volver a casa después de unos meses, porque todo está exactamente igual que siempre, pero a al mismo tiempo todo parece distinto. Quizá porque mezclas recuerdos de un lado y de otro, y mientras estás aquí te acuerdas de aquello, y cuando estás allí, necesitas esto... Pero no me gusta llegar y ver todo lo malo y que hasta las luces de navidad de la calle me parezcan feas; no me gusta la sensación –aunque no sea real- de estar encerrada y tener que recurrir a posibilidades demasiado conocidas, no me gusta que no me guste estar en casa, y a la vez, podría quedarme aquí mucho tiempo, como si mi antigua habitación fuera un refugio a prueba de todas las miradas, como si ya supiera lo que la ciudad me depara y pudiera estar preparada para enfrentarme a ello.
Creo que no me gusta venir porque sé que cuando ya quiera quedarme, tendré que volver a irme.
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5 comentarios:
Hay una cosa curiosa en todas esas sensaciones, quizá se trate de que de un modo algo subterráneo todavía, realmente no te sientes parte continua y constante de ese lugar, estás despegándote lentamente de él. Si, es curiosa la sensación que percibes cuando por primera vez vas a casa de tus padres, donde has pasado mucho tiempo (a fin de cuentas ha sido tu casa mucho tiempo), ....de visita.
Como tener un pie en Madrid y el otro a cientos de km., en una ciudad distinta. Has dado en el clavo.
Incluso puede ocurrir aunque los dos pies estén en la misma ciudad (yo los tenía los dos en Madrid, aunque cada uno en una parte diferente de la ciudad). Al final, uno de los dos pies, va buscando al otro, y se juntan, ;-) doy fe.
Jaja, eso espero. No soy tan flexible como para aguantar esta situación durante mucho tiempo ;)
Has visto la cantidad de secretos que nos contamos sin querer? (más o menos sin querer claro). Tu post del otro día lo anunciaba bien. Ya me contarás qué tal va ese camino del pie que busca al otro.
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