sábado, 1 de diciembre de 2007

Un falso día de invierno en otoño II

...Otro amanecer frente a ti que se rebela en pleno otoño... Miras a tu alrededor. Delante de ti hay una señora mayor. Lleva puesto un abrigo largo, que le llega incluso hasta sus pies calzados en unas alpargatas marrones. Agarra su bolso con esfuerzo, lanzando miradas desconfiadas al chico negro que se acaba de sentar a su lado. Enfrente, en el siguiente bloque de asientos hay una chica. Mira por la ventana como tú hacías antes de fijarte en ella. Mira por la ventana sin mirar, de manera distraída, sin fijarse en las formas que pasan, puede que tan sólo en los colores. Lleva unos auriculares puestos. Seguro que escucha música lenta. “Come away with me, in the night...” Tiene una cara especial, angulosa, pero bonita. Sus ojos son grandes, aunque aún sea muy temprano, la madrugada no los encoge. El pelo largo le cae por los hombros y se enreda en el jersey de lana verde. Crees que puede llamarse María. Es un nombre muy convencional, sí, pero no se te ocurre otro mejor para esa piel tan blanca. Podrías preguntárselo. “¿Te llamas María?” Seguro que te contestaría con una sonrisa, bajaría los ojos con vergüenza. “Sí”. Sería un sí rotundo, no preguntaría nada más, ni las razones de tu pregunta, ni si la conoces, ni quién eres tú, porque tampoco podrías responderle a eso. Entendería que simplemente te has levantado un día como cualquier otro - porque hace tiempo que dejaste de distinguir los días-, has llegado al metro con la misma sensación de angustia y de ausencia entre la gente desconocida y que la has visto allí sentada, mirando por la ventana sin mirar. Solamente has pensado que debería llamarse María, porque te parece un nombre bonito y ya está. Sólo era eso, una pregunta sin más. Un mirada inocente hacia su nombre...





¿Continuará? (Depende de ti, dime cómo te imaginas el final)

6 comentarios:

aRa dijo...

solo un nombre..y ese nombre se repite un día tras otro,trayecto tras trayecto.siempre ella.nunca falta a su cita diaría aunque ella no lo sepa.
muakk.

Giraluna dijo...

Espero que algún día ella se fije en aquel chico sentado al fondo, con los auriculares puestos, que la mira disimuladamente y con ternura.

Gracias por visitarme. Espero verte por aquí a menudo:)
Un beso!

Iraultza dijo...

...porque a veces no hace falta decir nada más, hay momentos en que basta acercarse, y mirando directamente a los ojos grandes de esa chica decirle simplemente su nombre...ella, responde afirmativamente y baja algo la mirada, en una mezcla inquieta de vergüenza y mal disimulado afecto repentino, pero espera que él, que ya ha dado el paso de acercarse, se siente a su lado y siga hablando, de lo que sea, da lo mismo, porque ahora sólo quiere seguir escuchando su voz, que la acoge en el vagón casi como si fuese un abrazo en mitad de un amanecer frío ahí afuera...

PARANOICO ILUSIONISTA dijo...

El final puede que no se escriba o tal vez lo tengas ya en tu retina. El regalo ya lo tienes, en eso ojos grandes. Afortunado fuiste que te paraste a observar sus vidas en un mundo en el que miramos hacia el suelo cuando nos cruzamos en la calle, en el metro. Vivimos para compartir nuestras vidas, aunque sea sol observando y siendo observado.

Giraluna dijo...

Iraultza, te has acercado mucho al final que tenía escrito, porque a veces sólo se trata de dar un pasito hacia delante y hacer una pregunta que puede acabar rodeándote durante toda una mañana, o de dar un abrazo en forma de palabras, en un frío amanecer...

Giraluna dijo...

Paranoico ilusionista: en un viaje en metro lo más bonito puede ser imaginar cómo será la vida de la persona que se sienta a tu lado, o compartir miradas con la de enfrente. Si no me observas, ni yo te observo, ¿merecería algo la pena?
Gracias por pasarte por aquí.
Un beso.