sábado, 22 de diciembre de 2007

Sin remite




Querido amigo:




Hacía tanto tiempo que no recibía una carta que ver la tuya en el buzón ha sido una auténtica sorpresa. Sí, tienes razón, he perdido parte de mi romanticismo y quizá me he acostumbrado demasiado a teclear convencionalismos y frases hechas. Ya había olvidado el placer de abrir un sobre esperando la contestación imaginada. Sé que una buena respuesta tendría que estar contenida en papel perfumado y escrita con letra sinuosa, pero la falta de tiempo (que nunca es una excusa suficiente) me hace recurrir al clásico email. De todos modos, prometo no poner aquí esos guiños con paréntesis y puntos que tanto odias y para sustituirlos te adjuntaré la silueta de mis labios con el carmín rosado que conoces.




Para serte sincera hacía tiempo que no pensaba en ti. Desde la última llamada creí que el pacto quedaba zanjado y que nuestros encuentros casuales habían llegado a su fin con la misma naturalidad con la que una vela acaba consumiéndose a sí misma. No te reprocho nada al igual que tú no me has echado en cara mi tardanza, causa -ya me conoces- de mi indecisión crónica. Pero ya da igual, esto no es un análisis de nuestras acciones fallidas, sino una invitación a las futuras, con el único deseo de que este vaivén de palabras no cese. Así que espero las tuyas de vuelta pronto.


Ah, perdona mi mediocre estilo literario, prefiero dejarte a ti las poesías y ocuparme yo de inspirarlas.




Un cálido abrazo,




Fdo: Quien tú ya sabes.


No hay comentarios: